miércoles, 29 de agosto de 2012

Prisión parte 4.


Caí de rodillas frente a la cueva que se había llevado a mi Daniel, el anciano-lider me había permitido acercarme ahí cruzando la tribu y rodeando el paso de la montaña, algunos habitantes de la tribu me veían con lastima, ahora sollozaba de un modo patético murmurando su nombre.

El anciano-lider se posó tras de mí de pie y me explicó que dentro de esa cueva había comida y agua suficiente para alimentar a muchas personas y que no había nada que retuviese allí a los prisioneros, que todo era causado por la oscuridad –La oscuridad trastorna la mente y juega con los sentidos – Había pronunciado en un tono leve y yo con un asentimiento aun más leve le había respondido: - Eso no traerá de vuelta a Daniel -.

El anciano se había ido sin decir palabra alguna mientras yo me quedaba pensando en la voz de Daniel gritando mi nombre al morir y en la posibilidad que había tenido de salvarlo, y a pesar de haber pasado días de esto ahora era cuando sentía la agonía de su perdida.

-Sígueme – La voz suave de una mujer me llamó, me puse de pie atolondrada y la seguí hasta una cabaña hecha de grandes hojas de árbol, matorrales y pequeño maderos cilíndricos, la cortina de hojas me permitió el paso, la suave luminosidad del día alumbraba la habitación permitiendo el paso de los rayos solares.

Dentro de la choza, sobre un par de hojas de banano y cubierto por ciertas hierbas, un hombre yacía respirando con tranquilidad y observándome, caí de rodillas a su lado, su ojo izquierdo lo cubría una planta medicinal amarillenta y al sentir el tacto de su mano sobre la mía lo entendí, era él.. Mi tierno y dulce Daniel.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Prisión parte 3.

Daniel, mi amado y dulce Daniel. No odiaba a los aldeanos por ello, entendía la postura defensiva que habían mantenido hacia nosotros, ellos poseían piedras y rocas necesarias para construcciones y otras cosas, hierbas, plantas y frutos que podían ser usadas como alimento y medicina, y custodiaban el paso de la montaña donde animales cruzaban hacia el rio y donde abundaban las piedras preciosas. Nosotros, por otra parte, poseíamos flores y hierbas que ellos necesitaban, madera de los arboles que crecían alrededor del poblado, peces y otros alimentos de los que ellos carecían y, el pueblo había sido construido junto al rio, por lo cual era el único acceso directo hacia él.

Daniel era herbólogo, amaba las plantas y le fascinaban, era algo que compartía exclusivamente con su padre, y había sido un error de este ultimo lo que le había costado su libertad a Daniel; en su fascinación por las plantas había encontrado una especie extraña que crecía cerca del paso de la montaña, sin embargo Samuel, su padre, no se había conformado con poder observar a esa extraña especie sino que, ingresando al cañón, había descubierto nuevos e increíbles especímenes y en su cautivación y deseo por estudiarlos no logró notar a los aldeanos que recelosos lo veían y que empezaron a acecharlo al arrancar esas plantas.

Samuel, con los nuevos especímenes en la mano, se dirigió al pueblo lo más rápido que pudo con varios aldeanos detrás, la queja era simple, Samuel era un ladrón y al romper la ley de paz la condena era el sacrificio, sería llevado a la cueva donde, pasado en tiempo, perdería la vida, pero mi dulce Daniel pagó la avaricia de su padre yendo en su lugar. Samuel se suicidó un par de días después, y ahora había perdido a Daniel también.

La noticia podía resumirse de la siguiente forma: Rodrick, uno de los prisioneros que ahora era libre había confesado el crimen. Daniel había quedado infectado del ojo izquierdo debido a la humedad y otras cosas extrañas que había dentro de la cueva y en la total oscuridad él y otros treinta prisioneros, entre ellos Rodrick, apenas lograban mantenerse con vida alimentándose de lo que podían hallar.

La noche previa a la liberación, Daniel y Rodrick habían discutido; Daniel había encontrado suficiente comida para los prisioneros que quedaban, pero Rodrick no deseaba compartirla, solo él debía comer, nadie más, tomó una de las piedras que había estado tallando y se lanzó contra Daniel.

A través de la total oscuridad, sólo su grito furibundo y un suave lamento se escucharon, nadie reconoció a la víctima o al agresor y nadie se había enterado de la sucedido; Rodrick había apuñalado nueve veces en el pecho a Daniel después de golpearlo en el rostro algunas más, y ante el terrible ataque de Rodrick solo un nombre había surgido de sus labios mientras la sangre dejaba su cuerpo: “Alma”.

Y a pesar de la suplica actual que Rodrick hacia por perdón eso no iba a cambiar las cosas, aunque quizá yo era la única interesada en la terrible realidad… Daniel estaba muerto.

martes, 10 de julio de 2012

Prisión parte 2.

Abrí mis ojos esperando la oscuridad pero no fue así; una chimenea iluminaba la habitación, era un cuarto pequeño construido con piedra volcánica y madera de los árboles que crecían en la cima, el anciano estaba ahí junto a otros cuatro aldeanos que me observaban fijamente, hincados y sosteniendo unas tazas de barro de las cuales salía humo.

Empezaron a interrogarme y yo conteste sin despegar mi mirada de la del hombre que tenía enfrente, entonces llegó mi turno de hablar, mi voz era firme y suave y mientras hablaba podía sentir como otros aldeanos se reunían alrededor de la pequeña choza asomándose en los orificios de esa habitación.

-Vete- Dijo el anciano señalándome la salida después de horas de hablar, volví al puebla atolondrada sin entender porque me paseaba entre las calles en lugar de estar atrapada en una cueva oscura, lo vítores de la gente empezaron y en segundos mi padre me estrechaba contra su pecho, la gente lanzaba preguntas una tras otra, yo era una superviviente.

Pasados algunos minutos, y después de que habían hecho una celebración en el pueblo, un silencio sepulcral cubrió todo, el anciano caminaba en dirección mía junto al menos una docena de aldeanos, se detuvo a pocos centímetros de mi, una mueca extraña, similar a una sonrisa se formo en si rostro – En cinco días serán liberados de la cueva – Mi mirada se iluminó y en un leve susurro agradecí, entonces el anciano levanto el rostro y pronunció para todos los pobladores un discurso sobre una nueva era de apoyo entre los aldeanos y ellos y al finalizar, junto con el alcalde, partieron a una cabaña para firmar un tratado ecuánime.

Los días pasaron, los pobladores ansiosos esperábamos en la entrada del cañón una señal, pronto logramos distinguir los rostros desesperados y atemorizados de los prisioneros que corrían hacia nosotros; madres abrazaron a sus hijos, hermanos y padres recibieron a sus familiares. – ¡Daniel! – Mi grito sonó en el cañón pero sin respuesta alguna más que el eco de mi propia voz, una tras otra vez, buscando su rostro y gritando su nombre - ¡Daniel! – Esquivando a las personas que se abalanzaban para recibirlos y a los prisioneros que huían despavoridos de su encierro - ¡Daniel! – Pero jamás lo vi.

Los aldeanos se unieron a los pobladores y de pueblo y tribu se formo una comunidad, los prisioneros contaron las anécdotas vividas en la cueva y la tranquilidad se asentó entre los humanos ante este nuevo comienzo, el alcalde y el anciano-lider se unieron para manejar mejor los recursos, fue simplemente una fusión que llevó pocos días y, aunque algunos aldeanos prefirieron quedarse en el cañón, otros se mudaron al pueblo, y de igual manera los pobladores, algunos permanecieron en el pueblo y otros más prefirieron vivir en la aldea.

Pronto las entrevistas de los prisioneros se dieron a conocer gracias a la transcripción y copia de sus palabras y en una de ellas la destrucción de mi ilusión se dio a conocer.

viernes, 22 de junio de 2012

Prisión parte 1.

-¡Libertad!, ¡Vida! – El eco retumbaba en el paso de la montaña, pronto pude notar como varios rostros se asomaban tras las piedras que daban inicio al cañón y sobre las rocas que lo conformaban, los pobladores y los aldeanos me observaban, los primeros asustados y los segundos recelosos, no era la primera persona en hacer esto pero el tono de mi voz no era imperativo.

Desde las paredes del cañón los arqueros me apuntaban con fiereza, me detuve y una de las flechas paso rozando mi mejilla derecha. – Por favor, ¡Igualdad!, ¡Humanidad! – Al fin se asomó su rostro, tras de mí los habitantes del pueblo me veían aterrados, pero él me veía con seriedad.

El anciano, líder de la tribu, caminó hacia mí y otra flecha voló estrellándose tras de mí en el suelo, mantuve la mirada fija hacía él. –Por favor, hay que detener los sacrificios, todos somos humanos – Varias personas ya habían intentado dialogar con los aldeanos, pero el problema recaía en la altanería de su voz. –Entiendo su posición, pero ustedes son nuestros antecesores, gracias a ustedes nosotros tenemos donde vivir y ustedes merecen mantener ese lugar, merecen lo mismo que nosotros – Ahora la mirada de los pobladores se había tornado horrorizada mientras él me escudriñaba buscando la falsedad en mis palabras, pero no había engaño en lo que decía; las constantes peleas ya habían cobrado demasiadas vidas, y los sacrificios en nombre de la paz habían costado a tantos seres ajenos a su lucha: mi madre, mi hermano y, la pérdida más dolorosa para mi, Daniel.

-Por favor, no más sacrificios – Un par de hombres altos y musculosos salieron de la oscuridad, quizá, al igual que muchos otros individuos antes, sería llevada a la cueva, pero al menos podría verlo una vez más, ambos hombres me tomaron de los brazos y sin esfuerzo alguno me levantaron y me llevaron en la dirección en la que habían aparecido, di un último vistazo a los pobladores, el rostro de mi padre mostraba el temor y la tristeza de los demás, la agonía, le sonreí suavemente mientras me desvanecía en la oscuridad.

viernes, 18 de mayo de 2012

Pesar

Hoy he permanecido despierto hasta el alba, la nieve cae tras la ventana tiñendo la acera de blanco, quizá no lo recuerdes, pero te encantaba caminar junto a mí en días así, quisiera no haber te recordado, no quería pensar en ti, pero no pude evitarlo.

Esta noche te pensé junto a mí, como aquella tarde, ¿Recuerdas amor mío? Sentados lado a lado, en una de las bancas del parque bebiendo cocoa caliente, la espuma te había pintado los labios y marcado un leve bigote sobre ellos, yo reí como loco por un par de segundos hasta que tus labios rozaron mi mejilla y entonces calle viendo el azul de tus ojos clavado en mí.
He intentado no llorar más y seguir con mi vida, después de todo el mundo no se detendrá jamás, y mucho menos por mí, pero me ha sido imposible, sabes amor, ayer crucé el parque en silencio y pude ver a una pareja abrazándose bajo un farol, como solíamos hacerlo tú y yo, y no pude evitarlo, sabes que intento no ser frágil pero nunca falta la lágrima traicionera, yo sé, no es necesario tanto drama, pero quisiera que tan sólo pudieses recordar mi nombre aunque sé que no lo harás.

La gente cruza a mí alrededor sin notarme, o quizá yo paso entre ellos como un fantasma, creo que algo ha muerto dentro de mí, se ha ido junto al destello que se formaba en tus ojos cuando me veías, ¿Volverás? Deseo amarte otra vez, tengo tanto que contarte, tanto que mostrarte, si supieras cuanto te amo quizá…

No, no tiene caso segqir engañándome, aunque quizá ese día vendrá, quizá regresarás a mí… y yo te esperaré para tenerte junto a mí, para murmurarte al oído mi amor por ti, para, simplemente, volver a sentir…

miércoles, 16 de mayo de 2012

Explosión

Sólo un poco más, sólo un poco más… si pudiese acercarme un poco más, ¿Cambiaría algo? Probablemente no, ahora yacíamos casi lado a lado después de tanto tiempo alejados, después de sentir como se iba separando de mí, lo admiraba, lo admiraba y lo apreciaba como a un hermano mayor a pesar del abismo cruel que nos separaba el uno al otro; él, tan misterioso y apartado como el vivir junto a todo el equipo se lo permitía, yo, siempre intentando aproximarme, quizá ser un poco más como él, sólo un poco.

Levante el rostro lentamente, los demás estaban no tan alejados y, sin embargo tan separados los unos de los otros que la terrible agonía de la soledad parecía inminente, ninguno de ellos se movía, quizá yo era el único consciente, terrible situación, ¿Debía ponerme de pie? ¿Y si me descubrían? Cobarde… ellos me llamarían cobarde si no hacía algo o quizá estúpido por actuar imprudentemente, pero qué coño, siempre dependiendo de los demás, vaya líder…

¿Vivían? Debía averiguarlo, los minutos pasaban, horas tal vez, todo estaba devastado, el tiempo me era indiferente pues desde hacía ya algo de este su constancia se había desvanecido, incorporarme parecía ser la única manera, alguien tosió próximo a la puerta, ¿Debía gritar su nombre? ¿Era ella? Recuerdo que iba de salida cuando todo ocurrió, habíamos discutido de nuevo y saldría a aclarar su mente, si, debía ser ella. Levante un poco mi cuerpo con los brazos, eran heridas superficiales, él había detenido el impacto que debió tener la explosión al lanzarme a un lado, pude sentarme aunque de un modo soso, ahora tenía mejor visibilidad, solté un sollozo.

Los veía a todos, pero ¿Qué podía hacer? o más bien, ¿Qué debía hacer? Él había logrado acercarse a ella y la había cubierto con sus brazos para minimizar el daño, más allá veía a otros dos, el sillón había logrado amortiguar el golpe a cambio de cubrirlos casi totalmente. Un poco más cerca a la cocina veía a otro más, el impacto le había dado casi de lleno y eso me angustiaba más de lo que me atrevería a aceptar, por último los vi a ellos dos, él había ido tras ella para evitar que partiera mientras yo refunfuñaba lejos de ahí sobre la inmadurez de sus actos.

Ahora me arrepentía, me arrepentía de mi actitud mediocre y altanera, de mi egocentrismo y de mi modo de actuar tan engreídamente, lo lamentaba, aceptaría cambiar cualquier cosa por regresar el tiempo, porque ellos estuviesen bien, por volver a esa mañana donde juntos desayunábamos y reíamos, donde, por un instante, éramos más que un equipo, éramos… una familia.

domingo, 15 de abril de 2012

Diario

8-Abril-1912
Es la primera vez que veo a alguien así, tan diferente a los demás, sobre todo por esa sonrisa suave dibujada en su rostro, diferente a la arrogante que los otros poseen, hoy lo he visto al salir a cubierta, sus ojos tenues destellaron con el brillo del sol al secar su frente, llevaba un overol y una chaqueta caqui, es de segunda clase, lo sé, quizá tercera, pero eso no importa, con mirar su rostro un segundo he visto más fortuna de lo que he visto en toda mi vida aristócrata, me pregunto si lo volveré a ver.

10-Abril-1912
Hoy lo he visto de nuevo, salí a la cubierta a tomar un poco el fresco del mar, el sol irradiaba en el cielo emitiendo una ola de calor, me recargue en uno de los barandales y lo vi, casi junto a mí, sentado en una de las bancas viendo hacia donde yo estaba, llevaba una libreta en la mano y pluma, nuestros ojos se cruzaron por un leve momento y bajo la sensación fugaz de calidez me sonroje y gire otra vez a mi posición. Debí hablarle primero, pero fue él quien se acerco.

12-Abril-1912
Jamás me había divertido tanto con alguien, él es sensible y simpático, habla con suavidad a pesar de verse un poco rudo, su rostro es cuadrado y de facciones duras parece un poco amenazante, pero la realidad es otra, es… ¡¡¡tan tierno!!! Me ha leído un poema escrito por él “Y en tus ojos me perdí a la belleza de tu ser” Rezaba la ultima parte. Lo veré mañana de nuevo, no puedo esperar, en la noche lo llevaré al comedor y quizá bailemos un poco.

14-Abril-1912
Creo que moriré, él me ha dado un beso en la mano al dejarme en la puerta de mi habitación y se ha ido, llevarlo a conocer “mi mundo” ha sido lo peor, no me perdonará por lo ocurrido esta noche y…
Una alarma sonó hace poco, nos retienen a todos en nuestras habitaciones, alguien gritó que chocamos contra un iceberg, no podemos hundirnos, este barco es inhundible dijeron orgullosos sus constructores, “Ni Dios podría hundirlo” Fue la frase exacta. Alguien toca creo que…
Lenny entró a mi habitación, me abrazó fuertemente y beso mi frente, salimos juntos de ahí, su voz es acelerada, creo que es verdad, dice que yo puedo salvarme, pero vivir sin él…
Estamos sentados en la banca de la cubierta donde nos conocimos, la gente histérica se empuja hacia los botes salvavidas, no son suficientes para todos, una señora tiene a una niña llorando abrazada contra su cuerpo, ellas tampoco se salvarán, algunos hombres desesperados se lanzan por la borda, el frio del mar los matará, se escucha el suave sonido de una melodía a lo lejos, es una buena forma de pasar tus últimos minutos de vida…
Un último beso que no será dado, un último abrazo que no ocurrirá, solo mi mano tomará su mano hasta el final, es probable que nadie jamás lea esto, es probable que se deshaga en el mar lo escrito aquí, pero el barco será succionado y moriremos así que estos son los últimos segundos que me quedan para expresarme, pero eso no tiene importancia, él está junto a mí, y sé que, a pesar de morir hoy, podré tomar su mano y quedarme junto a él por toda la eternidad…

viernes, 30 de marzo de 2012

A mi estimado Fabián

A mí estimado Fabián por su cumpleaños, una historia narrada una madrugada de Diciembre por ambos.

El aire se siente frio mientras se interna en mi nariz al ser inhalado, la congela desde dentro provocándome un leve cosquilleo, me mantenía con los ojos cerrados recargado en la ventana, afuera llueve intensamente, todo ha sucedido tan rápido que escasamente pude notarlo, abro los ojos de golpe, una presencia junto a la ventana me ve fijamente, una sombra reflejada con la tormenta, un relámpago destella en la oscuridad, cegándome.

Me encontré sentado en el suelo, aturdido y confundido, una pregunta cruza mi mente: “¿Qué ha sucedido?”. Me pongo de pie tembloroso y voy al baño, lavo mi cara con el agua fría que sale del grifo y levanto el rostro, el reflejo que da el espejo es de un joven que ha sido terriblemente golpeado, y no por presentar heridas notables, sino por el gesto demacrado de su rostro, cierro mis ojos, puedo recordar esa gélida sonrisa en sus labios, el ser de la tormenta me ha sonreído a mí.

No he logrado recordar con precisión lo ocurrido, algunas leves imágenes asaltan mi mente. Sea lo que sea que haya pasado, me encuentro muy cansado, bastante abatido, pero el agua fría me ha sentado bastante bien, sin embargo está demasiado obscuro, no logro ubicarme dentro del cuarto, simplemente puedo notar esa terrible sensación, alguien me vigila, puedo sentir su mirada fría clavada en mí, estudiándome, mis acciones, mis gesto, él sabe que yo sé que está cerca de mí y que me observa cautelosamente, pero ¿Dónde está?

Camino a la cocina y abro el primer cajón, mi mano tiembla un poco mientras busco una linterna, unos fósforos, un encendedor, ¿Qué se yo?... Algo, algo que apenas provoque unos destellos, que me permita ver, aunque sea por un instante, un poco de luz. Ahí estoy, dándole la espalda a esa mirada insistente que me acecha como un cazador preparando la flecha que lanzará a un venado preparado para morir. De pronto el cuarto entero se ilumina y, enseguida, escucho un fuerte tronido, volteo pero es demasiado tarde, no veo nada más que esa mirada inexpresiva.

Sus ojos vacios clavados permanecen clavados en los míos, y él, quieto, una capa cubre su rostro y su cuerpo, me recuerda un poco a aquellas representaciones de la muerte, con la misma ropa y el mismo gesto firme en el rostro, retrocedo temblando hasta chocar con el cajón y empiezo a retorcerme en una especie de danza dolorosa, el efecto de su presencia frente a mi me desconcierta.

“-Veo que aún no te recuperas, pero no puedo esperar” Solo esas palabras pronuncia ante mi terror, solo ese sonido y el silencio, el más grande silencio en toda mi vida.

Entonces esta situación se rompe, es un ritmo que cada vez se hace más fuerte, es mi corazón golpeando con fuerza mi pecho.

“-¡Espera!” Mi grito suena débil, atenuado por un trueno y un relámpago que atraviesan la cocina casi a la par, él se ha ido, su voz, su voz se hace eco en mi cabeza, caigo de rodillas en el frio azulejo, era él…

¿Cómo es Fabián?

Fabián es raro, es simpático y buena onda, sarcástico a veces y en algunas otras dice cosas que pueden sonar como insulto, es directo y seguro, un poco burlón pero leal, noble e incondicaonal, apoya a las personas cuando lo necesitan, se preocupa por ellas, sin embargo oculta muchas cosas, se guarda muchas cosas que piensa o siente y se deprime por cosas que no debería, quizá por su misma preocupación hacia los demás o por otra cosa, en realidad, no lo sé, solo llevo algunos meses conociéndolo, sin embargo, el sujeto me agrada, es un muy buen amigo… y lo admiro por la seguridad que demuestra ante los demás a pesar de tener dudas, y por la confianza que otorga hacia aquellas personas que lo rodean, por ello y más, Fabián, para mí, es una de las personas más importantes en mi vida actual así que agradezco que haya nacido un día como hoy de hace 23 años.

viernes, 23 de marzo de 2012

Fantasma

Sostuve su mano mientras yacía en la cama, implorando por un milagro que sabía no llegaría, permanecí a su lado conteniendo mi respiración para lograr escuchar la suya, débil, silbante, dificultosa, una lágrima descendió por mi mejilla, su pecho se había detenido al parar su corazón.

Ahora permanecía en la oscuridad de mi habitación, una copa de bourbon rozaba mis labios transmitiendo el exquisito veneno a mi organismo, la vela sobre mi escritorio se mantenía apenas encendida, yo la había amado de un modo tal que solo los dioses podían saber su intensidad. Desde arriba los gritos de agonía de su madre y hermana se alzaban sobre el ruido de los automóviles en la avenida, la tristeza se deslizaba desde mis oídos hasta mi pecho, se fundía con el liquido y juntos, carcomían mis entrañas en una mezcla de dolor y placer.

-Jhonny, si necesitas algo, no dudes en llamarnos – Había pronunciado su madre colocando su mano sobre mi hombro al final del funeral, permanecí callado y asentí levemente.

El clima era frio aun siendo de noche, la gabardina apenas me cubría del viento, ingrese al local y me senté en una de las mesas del fondo, apartado de los demás, había caminado apenas por inercia desde el cementerio del centro, donde mi amada descansaba, su blanco y hermoso cuerpo ahora estaba frígido y helado dos metros bajo tierra en el ataúd que la contenía. Me bebí de un sorbo el contenido del vaso y salí a la calle rumbo a la edificación que habíamos compartido durante tanto tiempo.

El viento soplaba entre los arboles produciendo un sonido similar a un susurro, mi mirada se clavo en los robles que adornaban el parque principal, si, había llegado de nuevo a un lugar sin pensarlo, solté un suspiro y apretando los brazos contra el cuerpo, seguí mi camino.

Aquella noche fui incapaz de dormir, una botella de whiskey a la mitad reflejaba el brillo de la vela que iluminaba mi cuello y mi rostro; veía su rostro en el techo de la habitación, sentía su cuerpo junto al mío y escuchaba su suave voz en el murmullo del viento, permanecí sentado con la cabeza fija en el techo, pensando, soñando con que ella estaba a mi lado.

Regresaba a casa, era la segunda semana que iba diario a aquel lugar, ya era incluso considerado cliente frecuente, permanecía algunos minutos bebiendo un poco en solitario y después regresaba a casa por el mismo camino, podía escucharla llamarme desde el parque, quizá era irreal y yo solo era un hombre encaprichado y ebrio que anhelaba ver a su amada se nuevo, pero había algo que me forzaba a dirigirme a aquel lugar, incluso un par de días atrás había cambiado mi ruta atravesando el parque en lugar de rodearlo.

Esa noche permanecí un par de horas en una de las mesas del fondo, bebiendo un whiskey americano de centeno bajo recomendación del mesero. Soy incapaz de recordar la cantidad de alcohol que bebí, pero recuerdo haberme puesto de pie y salir de ahí tambaleándome, me encontré a mi mismo sentado en una de las bancas del parque, hipnotizado y aturdido ante el sonido trémulo de su voz, llamándome, sé que es ella, puedo ver su silueta, tiende su mano hacia mí, la misma que sostuve en su lecho de muerte.

-Marian… - Musito temblando arrodillado ante su imagen, puedo escucharla mencionar mi nombre.

Me pongo de pie y sin pensarlo camino en línea recta hacia un banquillo, zafo la bufanda de mi cuello con ligereza, ella la había tejido para mí un par de inviernos atrás con dos estambres y medio, y la acomodo en una de las ramas del roble, ella me llama, no hay otra opción, es la única manera de verla otra vez, de tocarla una vez más, siento el estambre jalar mi cuello, un último suspiro exhalado, su calidez, su amor, todo vuelve a mi.

A mi estimado Fabían, he aqui un escrito dedicado a ti, espero disfrutes el leerlo como yo el escribirlo, cuidate y gracias por todo.