viernes, 15 de julio de 2011

Sin sentir

Su mirada imploraba, sus labios titubeaban ante la posibilidad de hablar, mi sonrisa lo invitaba a seguir, lo tentaba con la mirada firme en la suya, notaba el trémulo temblor de su pupila. Sus manos tomaban mis brazos, se sacudían con suavidad ante la dualidad de la situación: por un lado, la ansiedad y el deseo que mi ser causaba en él, por el otro, el temor que daba el desconcierto del futuro: ¿Hacerlo o esperar?

No podría soportar más, conocía la pasión que recorría cada fibra de su cuerpo, el anhelo que alteraba sus sentidos y la desesperación que inundaba su mente al no poder hacer lo que quería. Ninguna palabra salió de mis labios y él me estrecho contra sí mismo, su mano izquierda titubeaba mientras descendía por mi espalda, su mano derecha recorría mi brazo sin saber si debía proseguir o continuar. Estaba llegando al punto final y yo sabía cómo hacerlo entrar ahí, donde la realidad se vuelve fantasía, donde el control se pierde en el éxtasis y donde solo domina lo carnal. “Si juegas con fuego te puedes quemar” La frase perfecta para describir esta clase de asuntos, no es que yo sea malvada, pero he de admitir que para mí es un juego apagar y encender su calor y deseo, como una llama en una estufa a la que le subes o le bajas la intensidad y mientras sentía su respirar en mi cuello, el aire caliente que exhalaba de su boca, sabía que había algo que no cuadraba: Yo ni siquiera había empezado a sudar.

Sus labios se posaron sobre mi cuello y empezaron a ascender por mi rostro, su mano que estaba sobre mi espalda me atraía hacía él, hacía su cuerpo , mas al roce de su piel y mi piel no hubo sensación alguna, había algo mal ahí, quizá era el estilo tan libidinoso en que lo habíamos empezado, pero era demasiado excitante el descubrir hasta donde podía llegar con el miedo que lo inundaba, quizá era yo la que estaba mal al jugar a tener el control sobre él, al hacer que mis manos erizaran su piel al tacto, al tentarlo con mis labios y retarlo con la mirada, pero no puedo negarlo me divierte jugar con lo erótico de la situación, puede que sea algo pecaminoso, pero no me interesa en lo más mínimo, después de todo yo ya estoy en el infierno.

Y mientras su cuerpo cedía más y más ante el descontrol, sintiendo cada roce de piel, cada beso, cada tacto, quemándose en la pasión , el mío no reaccionaba, realmente, no sentía nada.