domingo, 29 de agosto de 2010

Negación

No debo, no puedo, simplemente no debe ser, no quiero pasar por lo mismo, no quiero saber que no estará, que de un momento a otro todo puede cambiar y suprimirse en la realidad para quedar tan solo como una memoria fantasma en nuestras mentes. Me reúso a aceptarlo, a imaginarlo siquiera, es más, puedo decir que me reúso hasta pensar por algún instante que pueda ser en verdad eso. Pero sé que es posible; temo perderlo, extraño su calidez al partir, su torpe sonreír, su vaga mirada, mas aun a sabiendas de esto creo que es inaceptable el hecho de que algo así cruce por mi mente, de que sea tan siquiera capaz de desearlo. ¡No!, no puedo tan siquiera desearlo, me niego a pensar en ello, mas es algo inevitable, al verlo mi corazón se acelera, hasta en más de una ocasión puedo aceptar que me he descubierto dibujando una tímida sonrisa en mi rostro a pesar de lo molesto que haya sido todo. Más me negó firmemente a acceder a tal debilidad natural, ¿Debilidad? ¿Lo es en verdad? No lo creo, realmente no lo creo, pero debe ser así o, ¿Cómo debo describirlo en verdad?, Simple pregunta con complicada respuesta, quizá como algo bello, fantástico, deseado… pero tenebroso, doloroso… algo simplemente difícil de aceptar.

Me detenía en un abrazo perpetuó, pero debía negarme a todo lo que pudiera sentir, y mientras transcurría el tiempo mantenía mi cabeza tan solo recargada en su pecho; adoraba ese pequeño ruido, su suavidad, su distinción, su ritmo, sonreía sin pensar en algo más, visualizándolo todo, si, he de admitir que, por un instante, construí un mundo tan solo para nosotros dos.

El tiempo se nos acababa, él se marcharía en poco tiempo y yo me negaba a soltarlo. ¿Por qué nos negamos a aceptar lo forzoso? Luchamos con aquello que simplemente es lo que debe ser, ignoramos la realidad y nos enfrentamos a lo adverso decididamente, ¿Somos lo que somos en verdad o somos lo que debemos ser, lo que nos es marcado? No lo sé, pero puedo decir con firmeza que no soy quien soy en realidad, soy una sombra de lo que debería ser, ¿Por qué no soy tan siquiera capaz de ser lo que debería ser? Sé la respuesta de esto, es simplemente por esa parte rebelde de mí, incapaz de acatar una sola orden y dispuesta a rechazar lo que le es obligado respetar.

Y ahora estaba aquí, aferrada a una errada creencia, a la creencia que negaba toda la realidad. Él se movió aferrándome más y acerco su cabeza a la mía recargándose en mi hombro y unas palabras surgieron de sus labios, esas palabras que impactaban en mi mente y resonaban en lo más recóndito de mi memoria. Ese simple “Te quiero” se convertía en algo más que un par de palabras, se convertía en una especie de máquina del tiempo que atraía al presente mi antigua felicidad: lo veía, lo sentía, ahora se había transformado en mi presente, me oprimía junto a él y susurraba las últimas palabras tiernas que me diría al oído.

Reaccione y lo vi, era diferente, o al menos me gusta creer que es así, que aun es así, sonrío sintiéndolo junto a mí, lo quiero, lo quiero demasiado pero me es imposible el aceptar que quizá sea algo más, no puedo permitir que sea algo más, me niego rotundamente, pero el tiempo pasa y mientras los minutos se convierten en meses todo cambia y aun así, como una contradicción, oculto la realidad.

Pero heme aquí, sintiendo el latir de su corazón, la contracción de su pecho al respirar, su respiración en mi nuca y su calidez corporal, y aun así negándome a aceptar lo obvio, pero debo seguir así… Me es imposible el rechazar la única ley del juego.

lunes, 16 de agosto de 2010

Inaceptable

“Por un instante olvide quien era yo en verdad y la mire desafiante, exigiéndole se excusara por su inaceptable comportamiento y ella cambio su mirada a una altanera, ¿Quién era yo para ordenarle? No era más que yo y sin embargo me opacaba como el diamante al carbón, ellos la ovacionaban, y he de admitir que yo solía hacerlo también; la admiraba, era como un ejemplo a seguir, solía serlo, mas ahora todo había cambiado, ella misma había cambiado y de una forma idóneamente negativa. Sus palabras eran frías, hirientes, despreciativas, las recibía sin parpadear, después de todo conmigo siempre había sido así, era débil, y aunque yo soportaba sus palabras me hería el ver como dañaban a los demás.

Siempre me había guiado por lo que yo consideraba honorable, era uno de mis grandes defectos o quizá era una virtud, no lo sé en realidad.

Había sido tan ilusa, pero que se podía esperar de alguien como yo, tan cobarde, pero ahora veía la realidad, debía dar un golpe certero para desaparecer ese dolor creciente, mas no podía, lo he dicho antes, soy demasiado cobarde y le temía o más bien me temía, a esa parte inhumana de mi, a esa parte dominante y poderosa. Me limite a cerrar los ojos, yo era nadie para juzgarla y sin embargo debía lograr hacer algo, pasó el tiempo era común el ver los cambios entre las personas sin embargo adoraba observarlos con gran tenacidad, siempre alerta, en espera de algo, siempre externa.

Ellos no podrían derrumbarme, era algo que yo deseaba, que se había convertido en una parte de mí, me gire ignorándolos y entonces lo vi, con esa cálida mirada, con esa firme e irónica sonrisa, con sus palabras de aliento, con esa poesía de colegial tan fascinante y bella… Su mirada era fuerte, pero no tanto como para retenerme, mire hacia atrás, ellos seguían ahí; tan vacios, tan llenos de ira e incomprensión, tan equivocados y, a la vez, tan susceptibles a un adiós. Sería tan fácil el desligarme de ellos, lo era en verdad, de un tajo corté lo que me unía a ellos y triunfante me giré hacía él. No podía ser, no era verdad, no podía ser una ilusión, pero era así, ese ser perfecto no existía, solo era un lobo disfrazado de cordero, un demonio oculto en plumas de ángel, un ser vil.

Era algo sorpresivo, era lo contrario a lo esperado, pero… ¿Era su culpa o mía por ser tan tonta como para haber caído en él? Simple, era mi culpa… me lo merecía he de admitir, por ese acto inaceptable que había cometido, lo había rechazado todo por una ilusión, por una simple fantasía y sin embargo ya era tarde, poco quedaba por salvar.

Por ahora debía protegerme, pero sus risas martillaban mis oídos, me tumbaban, me herían, yo era nada para ellos, ¿Qué podía ofrecer?, Simple error mío, el creer que era nada cuando en realidad era un todo, elegí lo que creí correcto, no realmente para mí. Pero era algo inaceptable lo que lo rodeaba, a fin de cuentas, no era algo nuevo, no era algo que no se haya hecho antes o al menos pensado, simplemente era algo más. Solo debía sonreír, era algo inaceptable el actuar despreciativa hacia algo de esa magnitud.

No son celos, tampoco envidia, sé que es solo temor, temor a no ser algo, a no ser como él, quizá me arrepentiré de aceptarlo, pero yo no soy alguien a quien se le pueda alabar, no poseo sus ideas, no poseo sus sueños, no sigo sus planes, al menos él podría llegar a ser lo que yo debería ser, pero, él no lo haría. Ten cercano y lejano a la vez, tan amigo y enemigo, tan similar y tan diferente. Fue más que un golpe letal, porque él podía hacer lo que yo nunca lograría, lo que yo simplemente no era.

Ahora es cuando creo es mejor cerrarse u ocultarse como una tortuga en su caparazón, no hay nada que pueda decir, ni que pueda hacer, soy nadie y soy todo a la vez. He creído en muchas personas pero he aprendido a no hacerlo más, quizá sea por ese carácter huraño que me he forjado, o por esa forma burlona y altanera de ver a los demás, quizá simplemente por lo agradable que es saber que soy algo inaceptable, que soy algo del todo contrario a lo que debería ser, a lo que debería seguir, lo que debería pensar. Es algo extraño, triste en realidad, pero a la vez es esa sensación de solitaria individualidad.”