-¡Libertad!, ¡Vida! – El eco retumbaba en el paso de
la montaña, pronto pude notar como varios rostros se asomaban tras las piedras
que daban inicio al cañón y sobre las rocas que lo conformaban, los pobladores
y los aldeanos me observaban, los primeros asustados y los segundos recelosos,
no era la primera persona en hacer esto pero el tono de mi voz no era
imperativo.
Desde
las paredes del cañón los arqueros me apuntaban con fiereza, me detuve y una de
las flechas paso rozando mi mejilla derecha.
– Por favor, ¡Igualdad!, ¡Humanidad! – Al fin se asomó su rostro, tras de
mí los habitantes del pueblo me veían aterrados, pero él me veía con seriedad.
El
anciano, líder de la tribu, caminó hacia mí y otra flecha voló estrellándose
tras de mí en el suelo, mantuve la mirada fija hacía él. –Por favor, hay que detener los sacrificios, todos somos humanos – Varias
personas ya habían intentado dialogar con los aldeanos, pero el problema recaía
en la altanería de su voz. –Entiendo su
posición, pero ustedes son nuestros antecesores, gracias a ustedes nosotros
tenemos donde vivir y ustedes merecen mantener ese lugar, merecen lo mismo que
nosotros – Ahora la mirada de los pobladores se había tornado horrorizada
mientras él me escudriñaba buscando la falsedad en mis palabras, pero no había
engaño en lo que decía; las constantes peleas ya habían cobrado demasiadas
vidas, y los sacrificios en nombre de la paz habían costado a tantos seres
ajenos a su lucha: mi madre, mi hermano y, la pérdida más dolorosa para mi, Daniel.
-Por favor, no más sacrificios – Un par de hombres altos y
musculosos salieron de la oscuridad, quizá, al igual que muchos otros
individuos antes, sería llevada a la cueva, pero al menos podría verlo una vez
más, ambos hombres me tomaron de los brazos y sin esfuerzo alguno me levantaron
y me llevaron en la dirección en la que habían aparecido, di un último vistazo
a los pobladores, el rostro de mi padre mostraba el temor y la tristeza de los
demás, la agonía, le sonreí suavemente mientras me desvanecía en la oscuridad.