lunes, 31 de mayo de 2010

Momentos

Después de este tiempo juntos, de esas risas, del llanto, de tantas locuras, de aquellos instantes en que perdemos la racionalidad y dejamos libre a nuestro niño interior, de esos paseos por el parque o por una plaza, de esas caminatas por la playa con las olas rozando nuestros pies, de observar un atardecer en la playa, de vislumbrar la luna a su lado, de sentir la brisa del mar cubriendo nuestro rostro, de sentirlos junto a mí, de esos momentos que he vivido a su lado, que he implorado porque nunca terminen; porque por más que pase el tiempo siempre estén para mí como yo lo estoy para ustedes, después de estos momentos juntos me doy cuenta de lo que en verdad vale esto, de la gran amistad que nos une, de que sin importar lo que nos digamos algunas veces, de lo mucho que lleguemos a herirnos; quizá no por nuestra propia cuenta, quizá por simples errores azarosos que provocan molestias, somos parte importante en la vida del otro, son parte importante en mi vida, en lo que soy.

¿Cómo sería yo sin ustedes? No lo sé, es algo que no deseo averiguar en verdad, prefiero dejarlo como una pregunta al viento, algo que no deseo sea contestado.

Y si en algún instante, al paso del tiempo, algo me hiciera alejarlos de mi, olvidarme de ustedes, quizá elegir entre aquellos momentos que he pasado junto a ustedes y algo mas, no podría pensar en traicionar aquella amistad.

“Si tuviera que elegir; te elegiría a ti” Por que como olvidarme de tantas cosas que hemos pasado.

Los elegiría por saber que puedo contar con ustedes y ustedes conmigo, por saber que sin importar lo mucho que nos detestamos en algunos instantes en el fondo nos queremos pero no lo decimos por orgullo.

Elegiría su sonrisas, sus risa, su paciencia, su cariño, su determinación, su fuerza, su paciencia, su comprensión, su tranquilidad, su lealtad, su amistad, su sabiduría, su valentía, elegiría lo que son, lo que representan para mí, los elegiría porque son una parte importante de mi vida aunque en muchas ocasiones no lo demuestre.

Este escrito va dedicado a aquellas personas que se han vuelta algo importante en mi vida: Lily, Vic, May, Ricardo, este escrito va dedicado a ustedes, a mis grandes amigos, a aquellas personas que se están a mi lado. Los quiero mucho, gracias por todos esos momentos que hemos compartido juntos.

viernes, 21 de mayo de 2010

Cumpleaños...

Ha pasado el tiempo, sin embargo me mantengo aquí, no porque realmente lo desee o por que sea algo obligatorio, simplemente me es inevitable el evitar permanecer.

Día tras día me mantengo firme o más bien pretendo permanecer así, la arena cae con lentitud en el pequeño reloj, hasta llegar a ese punto en el cual da un pequeño giro al terminársele la arena, es algo mecánico, repetitivo y sin embargo me sorprende, aun así, nada cambia o ¿Acaso será al contrario y todo cambia?

La última opción es más factible y mas verdadera, se que todo ha cambiado, ya no puedo observarlo todo como antes, las voces resuenan en mi cabeza y conceptos antes inexistentes para mi ahora hasta forman parte de mi vida diaria.

Por un instante quisiera regresar el tiempo, fingir que sigo en aquel lugar en el que tan solo me consentían, donde me podía enojar con mis mejores amigos y a los 30 segundos volver a ser casi hermanos. Quisiera incluso regresar más atrás, donde mi única preocupación era respirar y jugar y donde el mundo era perfecto porque lo conformaban exclusivamente aquellas personas que yo quería. Mas sé que es imposible y el mantenerme con la melancolía de lo que no volverá es algo inútil.

La arena cae con lentitud, disipando mis recuerdos y mi felicidad, se que en algún instante todo se borrara, sin embargo me gusta pensar que este es un día más del calendario, un día común en el que ningún suceso importante sucedió.

Una sonrisa se forma en mi rostro de pensar en ello, pero sé que es algo absurdo pensar que debería ser un día normal, antes lo deseaba, no mentiré en ese aspecto, lo deseaba como cualquier otro infante que disfruta ese día acompañado de toda la gente que lo quiere, que espera ansioso el momento de tomar una bebida fresca y se prepara para romper una piñata de una figura que le agrade o que sopla impaciente sus velitas y pide un deseo al son de una tonadita absurda deseando tan solo probar su pastel, o mejor aún, esperando lo más deseado por la mayoría de los chiquillos, un regalo.

Sin embargo ha transcurrido el tiempo, la arena ha caído día tras día, hasta casi agostarse para de nuevo dar un giro y rellenarse, es triste realmente el no poder impedir que caigan, que el tiempo se congele en aquellos momentos que quisiera nunca terminasen, pero me es imposible.

Este año ha sido difícil, cruel, hay instantes en que la agonía me rodeaba de solo observar caer lentamente algunos granos de arena, aquellos instantes más difíciles, los más tristes, aquellos donde la arena parece ser infinita, han pasado ya y sin embargo permanecen hasta el último momento.

Hoy no es un día común, estoy consciente de ello, es un día especial en cierto modo para aquellas personas a mi alrededor, quizá para mí no sea ya más que algo simple, algo común y hasta en cierto punto monótono, no negare aun así que antes lo anhelaba y ahora no es así, pues el tiempo ha cambiado y a cada instante la arena cae y cae mas hasta disipar todo deseo existente.

De nuevo estoy en este lugar, donde, por mucho que observe a mí alrededor intentando descubrir algo real, solo existe aquellas imaginarias sombras, no logro descifrar algún rostro conocido, tan solo me queda mirar hacia el frente a aquella pequeña vela que ilumina el cuarto, decidida a no extinguirse sobre un pastel de diversos sabores, su fuerza es débil y con un suspiro apago se ferocidad preparada para envolverme totalmente en las sombras y desaparecer aunque sea por un breve instante.

Quizá este escrito suene triste, pero, es lo que he sentido estas últimas semanas sobre el recuerdo de aquel día 21 de Mayo de 1993, donde algo cambio en mi familia, algo que quizá no sea una bendición como ellos dicen en algunas ocasiones antes de llegar a la realidad en donde yo no soy la hija perfecta que ellos esperaban si no que soy, todo lo contrario.

viernes, 7 de mayo de 2010

En un mundo perfecto

En un mundo perfecto, todo sería distinto…

Al decir todo es en verdad todo, no solo algunos fragmentos de cosas, no solo aquellas partes desagradables del planeta, si no también aquellas injustas, aquellas viles, malvadas, aquellas que hieren, que entristecen y nublan el alma, aquellas en que los antivalores dominan y para sobrevivir debes ser cruel, debes fingir, debes sacrificarte… Sí, todo sería distinto.

En un mundo perfecto, la gente reiría con facilidad; quizá no por algo realmente divertido, quizá simplemente por la tranquilidad de no sentir algo mas a tu alrededor, de no tener la paranoia típica de las urbes.

En un mundo perfecto, los niños correrían sin parar, sin preocuparse por algo, por morir, por ser atropellados, por ser secuestrados, reirían y juguetearían de un lado al otro sin detenerse al ver a una persona atemorizados por el peligro, tomarían helado sin preocuparse por intoxicarse, irían al parque sin la preocupación de encontrarse a alguna persona que pueda dañarlos.

En un mundo perfecto, las tareas tendrían algún sentido, no serian simplemente para obtener puntos extras o por una calificación, serian algo mas, pues la educación estaría estructurada de otro modo; no estaría destinada a hacer que los estudiantes aprenderían, más bien, los enseñaría a comprender.

En un mundo perfecto, la justicia sería más que un concepto, tendría algún valor, algún significado, sería una realidad, no solo una palabra. Sería algo valido, algo que no se quebrantara por otros términos, por otras creencias, por simples frases.

En un mundo perfecto, el dinero no tendría más valor que una vida, sería tan solo un trozo de papel plastificado, no el equivalente a la “felicidad”. La gente no mataría por él, no robaría, no mentiría, porque en realidad, no valdría nada.

En un mundo perfecto, no habría problemas raciales; la gente se saludaría con el típico “hola” sin importarle el color de piel, sin importarle las creencias del otro estrecharían su mano con una sonrisa, sin importar su edad o su género caminarían lado a lado platicando sobre cualquier cosa a su alrededor, un estadounidense y un latino se darían un apretón de manos riendo al platicar de lo tranquilo del clima.

En un mundo perfecto, los animales serian lo que son, seres vivos igual que nosotros, no como algunos los ven, simples bestias, juguetes, entretenimiento burdo y salvaje; no habría corrida de toros, ni pelea de gallos o perros, tampoco cacería ni pesca por “deporte” y diversión. Habría tranquilidad entre razas y especies.

En un mundo perfecto, la familia seria tal y como se espera que sea, siempre apoyándose, siempre unidos, sin peleas entre primos, sin problemas entre parejas, sin vergüenza entre abuelos y nietos, sin recriminaciones y prohibiciones tontas entre padres e hijos, sin odio entre hermanas, solo respeto y apoyo, siempre apoyo, sin importar que no creas en lo que ellos creen, que no seas lo que ellos quieren, que no busques lo que ellos quieren encontrar, que no tengas sus mismas prioridades.

En un mundo perfecto, la amistad no sería un juego, sería algo real, algo basado en la lealtad, en la confianza, en la comunicación, en ver algo más que el bien propio, en ser eterna, en no fingir, ser real, sin mascaras. Simplemente basado en la realidad, sin prejuicios.

En un mundo perfecto, los amantes sonreirían sin preocuparse por que les ocurra alguna tragedia shakespeariana o griega, pensando tan solo en su futuro, en el cariño de uno con otro, sin temer por el agrado de sus padres, sin tener que esconderse al no sentirse de la categoría para estar con esa persona, sin preocuparse por ser separados de un momento a otro por la decisión ajena de un familiar, por los problemas del lugar, por la influencia de los amigos, por la transformación del fuego en cenizas, porque en este mundo esa palabra de verdad significaría algo, de verdad seria amor.

Si, en un mundo perfecto, todo sería distinto, quizá por un lado sería mejor, aunque tal vez vivir a la espera de lo esperado no sea la mejor forma de vivir, quizá ante tal monotonía uno terminaría por aburrirse, aun así, hay veces en que desearía, aunque fuera por un instante, que una fracción del mundo fuera perfecto.