viernes, 30 de marzo de 2012

A mi estimado Fabián

A mí estimado Fabián por su cumpleaños, una historia narrada una madrugada de Diciembre por ambos.

El aire se siente frio mientras se interna en mi nariz al ser inhalado, la congela desde dentro provocándome un leve cosquilleo, me mantenía con los ojos cerrados recargado en la ventana, afuera llueve intensamente, todo ha sucedido tan rápido que escasamente pude notarlo, abro los ojos de golpe, una presencia junto a la ventana me ve fijamente, una sombra reflejada con la tormenta, un relámpago destella en la oscuridad, cegándome.

Me encontré sentado en el suelo, aturdido y confundido, una pregunta cruza mi mente: “¿Qué ha sucedido?”. Me pongo de pie tembloroso y voy al baño, lavo mi cara con el agua fría que sale del grifo y levanto el rostro, el reflejo que da el espejo es de un joven que ha sido terriblemente golpeado, y no por presentar heridas notables, sino por el gesto demacrado de su rostro, cierro mis ojos, puedo recordar esa gélida sonrisa en sus labios, el ser de la tormenta me ha sonreído a mí.

No he logrado recordar con precisión lo ocurrido, algunas leves imágenes asaltan mi mente. Sea lo que sea que haya pasado, me encuentro muy cansado, bastante abatido, pero el agua fría me ha sentado bastante bien, sin embargo está demasiado obscuro, no logro ubicarme dentro del cuarto, simplemente puedo notar esa terrible sensación, alguien me vigila, puedo sentir su mirada fría clavada en mí, estudiándome, mis acciones, mis gesto, él sabe que yo sé que está cerca de mí y que me observa cautelosamente, pero ¿Dónde está?

Camino a la cocina y abro el primer cajón, mi mano tiembla un poco mientras busco una linterna, unos fósforos, un encendedor, ¿Qué se yo?... Algo, algo que apenas provoque unos destellos, que me permita ver, aunque sea por un instante, un poco de luz. Ahí estoy, dándole la espalda a esa mirada insistente que me acecha como un cazador preparando la flecha que lanzará a un venado preparado para morir. De pronto el cuarto entero se ilumina y, enseguida, escucho un fuerte tronido, volteo pero es demasiado tarde, no veo nada más que esa mirada inexpresiva.

Sus ojos vacios clavados permanecen clavados en los míos, y él, quieto, una capa cubre su rostro y su cuerpo, me recuerda un poco a aquellas representaciones de la muerte, con la misma ropa y el mismo gesto firme en el rostro, retrocedo temblando hasta chocar con el cajón y empiezo a retorcerme en una especie de danza dolorosa, el efecto de su presencia frente a mi me desconcierta.

“-Veo que aún no te recuperas, pero no puedo esperar” Solo esas palabras pronuncia ante mi terror, solo ese sonido y el silencio, el más grande silencio en toda mi vida.

Entonces esta situación se rompe, es un ritmo que cada vez se hace más fuerte, es mi corazón golpeando con fuerza mi pecho.

“-¡Espera!” Mi grito suena débil, atenuado por un trueno y un relámpago que atraviesan la cocina casi a la par, él se ha ido, su voz, su voz se hace eco en mi cabeza, caigo de rodillas en el frio azulejo, era él…

¿Cómo es Fabián?

Fabián es raro, es simpático y buena onda, sarcástico a veces y en algunas otras dice cosas que pueden sonar como insulto, es directo y seguro, un poco burlón pero leal, noble e incondicaonal, apoya a las personas cuando lo necesitan, se preocupa por ellas, sin embargo oculta muchas cosas, se guarda muchas cosas que piensa o siente y se deprime por cosas que no debería, quizá por su misma preocupación hacia los demás o por otra cosa, en realidad, no lo sé, solo llevo algunos meses conociéndolo, sin embargo, el sujeto me agrada, es un muy buen amigo… y lo admiro por la seguridad que demuestra ante los demás a pesar de tener dudas, y por la confianza que otorga hacia aquellas personas que lo rodean, por ello y más, Fabián, para mí, es una de las personas más importantes en mi vida actual así que agradezco que haya nacido un día como hoy de hace 23 años.

viernes, 23 de marzo de 2012

Fantasma

Sostuve su mano mientras yacía en la cama, implorando por un milagro que sabía no llegaría, permanecí a su lado conteniendo mi respiración para lograr escuchar la suya, débil, silbante, dificultosa, una lágrima descendió por mi mejilla, su pecho se había detenido al parar su corazón.

Ahora permanecía en la oscuridad de mi habitación, una copa de bourbon rozaba mis labios transmitiendo el exquisito veneno a mi organismo, la vela sobre mi escritorio se mantenía apenas encendida, yo la había amado de un modo tal que solo los dioses podían saber su intensidad. Desde arriba los gritos de agonía de su madre y hermana se alzaban sobre el ruido de los automóviles en la avenida, la tristeza se deslizaba desde mis oídos hasta mi pecho, se fundía con el liquido y juntos, carcomían mis entrañas en una mezcla de dolor y placer.

-Jhonny, si necesitas algo, no dudes en llamarnos – Había pronunciado su madre colocando su mano sobre mi hombro al final del funeral, permanecí callado y asentí levemente.

El clima era frio aun siendo de noche, la gabardina apenas me cubría del viento, ingrese al local y me senté en una de las mesas del fondo, apartado de los demás, había caminado apenas por inercia desde el cementerio del centro, donde mi amada descansaba, su blanco y hermoso cuerpo ahora estaba frígido y helado dos metros bajo tierra en el ataúd que la contenía. Me bebí de un sorbo el contenido del vaso y salí a la calle rumbo a la edificación que habíamos compartido durante tanto tiempo.

El viento soplaba entre los arboles produciendo un sonido similar a un susurro, mi mirada se clavo en los robles que adornaban el parque principal, si, había llegado de nuevo a un lugar sin pensarlo, solté un suspiro y apretando los brazos contra el cuerpo, seguí mi camino.

Aquella noche fui incapaz de dormir, una botella de whiskey a la mitad reflejaba el brillo de la vela que iluminaba mi cuello y mi rostro; veía su rostro en el techo de la habitación, sentía su cuerpo junto al mío y escuchaba su suave voz en el murmullo del viento, permanecí sentado con la cabeza fija en el techo, pensando, soñando con que ella estaba a mi lado.

Regresaba a casa, era la segunda semana que iba diario a aquel lugar, ya era incluso considerado cliente frecuente, permanecía algunos minutos bebiendo un poco en solitario y después regresaba a casa por el mismo camino, podía escucharla llamarme desde el parque, quizá era irreal y yo solo era un hombre encaprichado y ebrio que anhelaba ver a su amada se nuevo, pero había algo que me forzaba a dirigirme a aquel lugar, incluso un par de días atrás había cambiado mi ruta atravesando el parque en lugar de rodearlo.

Esa noche permanecí un par de horas en una de las mesas del fondo, bebiendo un whiskey americano de centeno bajo recomendación del mesero. Soy incapaz de recordar la cantidad de alcohol que bebí, pero recuerdo haberme puesto de pie y salir de ahí tambaleándome, me encontré a mi mismo sentado en una de las bancas del parque, hipnotizado y aturdido ante el sonido trémulo de su voz, llamándome, sé que es ella, puedo ver su silueta, tiende su mano hacia mí, la misma que sostuve en su lecho de muerte.

-Marian… - Musito temblando arrodillado ante su imagen, puedo escucharla mencionar mi nombre.

Me pongo de pie y sin pensarlo camino en línea recta hacia un banquillo, zafo la bufanda de mi cuello con ligereza, ella la había tejido para mí un par de inviernos atrás con dos estambres y medio, y la acomodo en una de las ramas del roble, ella me llama, no hay otra opción, es la única manera de verla otra vez, de tocarla una vez más, siento el estambre jalar mi cuello, un último suspiro exhalado, su calidez, su amor, todo vuelve a mi.

A mi estimado Fabían, he aqui un escrito dedicado a ti, espero disfrutes el leerlo como yo el escribirlo, cuidate y gracias por todo.