jueves, 4 de noviembre de 2010

Narración

Tomé su mano alrededor de la mía, caminábamos entre el parque metiéndonos entre la vegetación semi-boscosa como hacía ya unos cuantos años, ahora yo ya no era tan ágil como antes y resbalaba con facilidad por algunas piedras. – Casi llegamos – Murmuró sonriéndome con suavidad y jalándome hacia él, quedando así frente a frente, la calidez de su mirada me envolvió, como lo había hecho siempre, desde la primera vez que nos vimos y no pude evitar sonrojarme y sonreírle.

Cruzamos el pequeño riachuelo que rodeaba el parque sin alguna otra dificultad, el atardecer pintaba las copas de los arboles de un suave color anaranjado y el trinar de las aves comenzaba a perderse en el ulular de los búhos y las lechuzas que esperaban el salir de la luna para emprender el vuelo, una suave brisa se filtraba entre los árboles y se fusionaba con el aire que descendía desde la montaña que se extendía tras el parque.

Nuestro hogar se dibujaba a lo lejos, era sencillo, pero era nuestro; aquella pequeña casa marrón con rejillas negras decoradas en los marcos de las habitaciones y rodeando el balcón de nuestra habitación, ese pequeño balconcillo que permitía la entrada de la luz lunar y el observarla con claridad, ese vitral de la ventana del baño del piso de arriba, el del final del pasillo, que tenía una imagen similar a la de un castillo ingles de esos que solían ser escenarios para las historias de princesas o guerreros que tanto les gustaba escuchar antes de dormir a los niños o aquel paisaje nocturno que embellecía nuestra sala.

Nos detuvimos frente al portón, la luna brillaba justo sobre nosotros, mientras una nube la eclipsaba a cada instante hasta cubrirla toda… Algo no estaba bien.

El suelo retumbo bajo nuestros pies, primero como una lenta sacudida y después con violencia haciéndonos casi perder el equilibrio, lo sostuve del brazo, como cada vez que algo me asustaba o me alteraba, me abrazaba fuerte a su brazo. Un crujido sonó bajo nuestros pies, mis ojos se clavaron en una pared que daba justo al cuarto en el que ellos debían estar, me aleje de él y con un movimiento brusco abrí el portón y corrí a través de las fisuras que se habían formado sobre nuestro patio, sus manos rodearon mi cintura impidiéndome seguir.

- ¿Qué estás haciendo? Debemos ir por ellos, son… - - No, no lo entiendes, ¿Verdad? – Su voz sonaba tan diferente a como yo la había escuchado antes, me aferre a sus brazos y como pude fije mi mirada en la suya - ¿Por qué me impides ayudarlos? ¿Por qué actúas así? Ellos nos necesitan y… -  - No nos necesitan, nunca nos han necesitado, porque esto… nunca ha sido real… -