martes, 27 de abril de 2010

Kizuna

¿Cuántas veces no observamos con tristeza que el tiempo transcurre arrasando con todo?, ¿Cuántas veces las palabras destrozan lo que con tanto trabajo se elaboro? Desaparece, desaparece cada instante vivido la memoria lo arrastra hasta hacerlo perderse en el infinito, en lo mas recóndito de la memoria, y a pesar de luchar contra la extinción, va siendo desplazado hasta perderse de la cercanía.

“Suspire, sosteniendo con la mano derecha una de las cuerdas que me rodeaban, la noche cubría todo el lugar y sin embargo podía percibir sus movimientos, su pelo brillaba a la luz de la luna dándoles un aspecto fantasmagórico. No les temía, a pesar de depender de su misericordia, esos pequeños seres no me causaban temor, para estos instantes había perdido algo muy valioso para mí y aunque el movimiento de las manecillas del reloj era constante parecía ir tan lento como un caracol aumentando mi agonía mientras a cada instante recordaba lo vivido con anterioridad.

Caminábamos sin mas, me tranquilizaba su presencia, me hacia sentir vivo y a la vez me daba esperanzas de un mañana, mirábamos a nuestro alrededor y reíamos a cada paso que dábamos disfrutando lo que nos unía. Ellos nos habían vislumbrado incluso antes de que nos diéramos cuenta de la realidad, incluso antes de poder hacer algo más ella había desaparecido de mi lado y el dolor había aparecido. Cuando al fin reaccione era tarde, ella se debatía entre vivir y morir, no le tenían piedad, destrozaban con velocidad aquellos lazos que la unían a la vida, aquellos lazos que la unían a mi.

No sabía como había llegado a esta situación, que es lo que había hecho para llegar al punto en que ella desaparecía lentamente de mi vida, se que era mi culpa, se que el error lo había hecho yo, se que, a fin de cuentas yo había causado su aniquilación, y que aunque ahora intentara rescatarla ya no era posible pues yo misma lo había deseado en un instante.

Clave mi mirada en sus ojos amarillentos despertando de mi memoria, roían con fuerza cada una de esas cuerdas, escuchaba el tronar de sus dientes al destrozar uno de los hilos salvadores, parecían como un pequeño enjambre de desdichados seres con una sola misión; verme caer.

También olfateaban con cierto deseo ese olor fantástico, mientras el pequeño liquido rojo resbalaba entre mi piel, el dolor recorría cada parte de mi cuerpo pero debía soportar, al menos debía mantenerme unos instantes mas consiente.

Una sonrisa se formo en mi rostro, debía salir de ese embrollo, nadie me salvaría ya, mire al frente con cierta tristeza observando los trozos de cuerda roída atoradas al otro lado de esa fosa, ella había desaparecido, ni su calor ni su alegría me envolvían ya, con ella se había ido también mi esperanza, mi fe y mi fortaleza dejando tan solo un vació dentro de mi, mire de nuevo a aquellos detestables seres, todo estaba perdido.

- Suéltate – Pensé en un instante de desesperanza y empecé a dejar resbalar con suavidad la soga a través de mi mano, pero no debía rendirme así, abrí los ojos contemplándolas de nuevo, recorrían cada nudo con cierto éxtasis y fascinación, saboreándolo.

Las sogas se acababan lentamente y podían sentir como liberaban mi cuerpo, como me separaban de lo que me aferraba a la vida, como mis verdugos disfrutaban su banquete y mi desesperación y como al final aquellas sogas ya no me salvarían más pues serian destrozadas por esas bestias.”

Hermanita querida, yo también deseo lo mismo que tu, pero, hay algunas ocasiones en que al parecer todo se pierde y se desvanece ese deseo entre sombras. Simplemente hay veces en que los lazos que nos unen van siendo roídos por pequeñas cosas que no valen realmente la pena hasta hacernos perder eso que es especial para nosotros. En fin, ya no divagare con este concepto por estos instantes y solo diré una cosa más: Gracias por esos momentos que hemos compartido juntos, ya saben que pueden contar conmigo para lo que sea... los quiero mucho.

martes, 20 de abril de 2010

Recuerdos

Abrí los ojos, tan solo había parpadeado pero parecía como si los hubiese cerrado por mucho tiempo, suspire tiritando ligeramente en aquel frondoso bosque, sentía la niebla recorrer el lugar, atrapándolo en su inmensa oscuridad, no le temía, a pesar de todo no le temía.

Me detuve al escuchar su voz, gire hacia él y le sonreí corriendo a su encuentro y abrazándolo como siempre que lo veía, sentí la frialdad de su cariño, me aleje, no era él en realidad, era solo otra ilusión, igual que las demás que había visto desde mi intromisión en ese lugar, pronto la niebla llego hasta ahí cubriéndolo todo.

- Tic, tac – Murmuro esa fría voz - El tiempo se acaba – Rió suavemente en un suspiro.

Mire el reloj, su manecillas marcaban ambas hacia el mismo lugar, las 3:15, el segundero caminaba con temor, tic tac, marcaba con su débil tintineo.

Eleve mi mirada dirigiéndola hacia esa parte siniestra del bosque y eche a correr hacia allí.

- ¿Por qué huyes? – Murmuro de pronto una voz suave y conocida, una voz calmante para mi.

- ¿De que huyes? – Susurro entonces una voz risueña del lado contrario, pero igual de conocida.

- ¿A dónde vas? – Hablo burlonamente una tercera voz conocida, masculina y calida a la vez.

- ¿A que le temes? – Comento otra voz conocida y calmante para mí.

- Ayúdenme… - Les grite esperando su respuesta, mas solo escuche la repetición de las mismas preguntas.

- El tiempo borra los lazos, el tiempo me borró a mi – Su voz sonaba distorsionada, fría pero siempre con la misma intensidad que la caracterizo siempre.

- ¡Fue mi culpa! – Grite cayendo sobre mis rodillas en un suelo de madera, subí la cabeza y observe el lugar, no era ya aquel bosque frondoso y con neblina, ahora era otro lugar diferente, como una especie de casa.

- Tic, tac – Se repetía constantemente el sonido del gran reloj al final del cuarto mientras sus manecillas recorrían con lentitud el circulo del reloj con esa imagen de fondo; siempre sonriendo, tan tranquila y, a la vez, con tanto dolor.

- Detente por favor – Grite sollozando y observando esa imagen las gigantescas manecillas cesaron en su vil movimiento por un instante en que la tranquilidad se adueño de mi ser, pero luego continuaron con mi tormento.

Me propuse seguir caminando, salir de aquel cuarto y huir. Camine hacia una de las puertas deteniéndome frente a ella y abriéndola de par en par para llegar a un cuarto de color beige lleno de cuadros vacíos.
Me aproxime con lentitud hacia uno de ellos observando la imagen que se formaba en él, admirando aquel trozo de memoria, pose mi mano en el cristal repasando sus bordes.

- Los extraño… - Solloce viendo fijamente nuestras caras infantiles sonriendo.

- ¡Cobarde! – Rugió su voz, me hizo retroceder y salí de aquel cuarto llegando de nuevo al cuarto del reloj.

Las manecillas apuntaban hacia otro lugar ahora, las 6:00, se veía diferente el lugar, la iluminación había cambiado, abrí una de las ventanas notando los terribles rayos del solo alumbrando como el verano, a pesar de la hora, el sol irradiaba aun en lo alto del cielo.

- Tic, tac, tic, tac – Como golpeteos en mi corazón y mi mente resonaba ese sonido.

Corrí hacia otro lugar huyendo del sonido del reloj, llegando a una habitación oscura en su totalidad exceptuando unos ligeros haces de luz sobre fotografías.

Camine con lentitud hacia ellos observando las imágenes, conocía a todas esas personas, las recordaba de algún fragmento de mi vida, mis ojos se cristalizaban al recordar sucesos vividos con ellas, al sentir sus presencias alrededor mío, al escuchar sus voces taladrantes en mi mente.

Apreté los ojos rogando desaparecer de aquel lugar, rogando liberarme de sus voces, de su sensación calida de siempre estar y de ese dolor gélido al desaparecer.

Todo ceso, el silencio me rodeo, abrí los ojos con lentitud, la iluminación era tenue, muchas personas me rodeaban, todos vestían sus trajes oscuros y cubrían sus caras con las manos, sollozaban, excepto ella, ella sonreía fríamente al otro lado de la habitación.

Camine hacia ella, pero me detuve en seco al verlos ahí, ellos ahí de pie cubriéndose sus rostros con ambas manos, sin hablar, quietos con los ojos cubiertos por sus manos empapadas, me dolía verlos así, me dolía no poder hacer nada, pero su voz me llamaba, seguí caminando pero con mi pensamiento fijo en esa imagen, conocía a cada persona de aquel lugar, todos tenían las manos cubriendo su rostro pero con movimientos perdidos, tristes, desolados, como si no vivieran ya y eso solo fuese su cuerpo vació.

- Tienes miedo, ¿No es verdad? – Sonrió fríamente viéndome.

No conteste, seguí caminado hasta llegar junto a ella y me asome hacia la caja de madera que descansaba en aquel lugar, me vi ahí, como en un espejo, mi rostro y cuerpo yacían sobre ese tétrico féretro.

Una risa estallo, gire mi cabeza hacia el lado contrario observando a los presentes con temor, reían a carcajadas, se mofaban de mi dolor, de su propio dolor, lo que antes había sido llanto ahora eran risas incontenibles, retrocedí chocando con el féretro y dirigí mi mirada hacia esa caja, no había nada mas ahí, un mareo recorrió mi cuerpo y al abrir los ojos me encontré en la total soledad dentro de cuatro muros de piedra, dentro de aquel mausoleo, las risas habían cesado y lo único que podía escuchar ahora era el eterno y vil sonido de ese gran reloj mientras leía con temor cada una de las placas doradas encajadas en la pared.

- Tic, tac… -

sábado, 10 de abril de 2010

Decisiones...

No se si esto es lo mejor, no se si esta decisión sea la mas correcta, o la mejor para mi y para los demás, pero, realmente, ya no se nada. Quizá esta sea la última vez que escriba algo en este lugar, quizás sea la última vez que mis pensamientos sean transcritos a un lugar donde puedan ser admirados, es mejor limitarse a una libreta que nadie leerá o a la memoria que con el tiempo se sellara o quizá al menos sea lo último que escriba en un tiempo, quizá sea lo mejor, he perdido esa fortaleza que fingo tener, esa valentía en la cual me regodeo, me he perdido entre las palabras ajenas, me he dejado hundir tan solo por simples palabras, he elegido la debilidad y el miedo por ser la salida mas facil, he dejado simplemente de ser yo.


No se realmente si esto haga que todo mejore o si tan solo lo empeore, quizá he llegado al momento critico de mis pensamientos, donde una y otra vez siento como me golpean hasta el final y sin embargo me mantengo en pie y me río burlonamente del dolor, de mi propio dolor, puede ser que por orgullo, si, creo que el orgullo es la respuesta pues no hay nada mas que me haga mantenerme en pie mas que mi propio orgullo.

No se la importancia de este texto, ni si realmente será entendido, tampoco comprendo cuanto lograre con este escrito, ni si pasado un momento lo borrare y seguiré normal, pero por ahora se que esta decisión me puede costar todo de nuevo, las palabras no ayudan a evitarlo, solo lo apoyan, una tras otra vez cual pájaro carpintero aferrado a destrozar la débil corteza de un árbol que ha sido herido ya.

No se si pueda permanecer tranquila al saber que quizá estas decisiones que tomare perjudiquen a los demás, pero me temo que no será así pues a fin de cuentas, ya no creo en una propia existencia ahí. No se que se puede llegar a pensar de este escrito, no se que tan correcto sea el publicarlo, o el cuanto afecte, no se que nos ha llevado a todos a actuar así, a encerrarnos en nuestro mundo, a perder esa amistad, pero hay veces en que deseas haber escuchado tan solo una palabra para saber que todo estaría bien, tan solo una palabra que, sabes, nunca llegará.

Quizá esto este mal, pero no veo el por que deba estar bien a fin de cuentas todo cambia, no se puede hablar de un tema si no hay ciertos argumentos que nos expliquen el porque de las cosas, como se podría entender algo sin ver el contexto en el que esta, como se puede acabar con una felicidad por interrumpir con una espina oculta.

Sin embargo creo que hay veces en que nos agobiamos tanto que hablamos sin pensar, que herimos sin querer, y hay otras en que no importa cuanto te golpeen resistes, no por amor ni por cariño hacia el que te hiera, mucho menos por respeto, sino mas bien, por orgullo.



No puedo asegurar que es realmente lo que me lleva a escribir esto, quizá la propia necesidad de liberarme de mis propios tormentos, de intentar llegar mas halla de lo esperado por muchos o de hundirme sola en mi oscuridad. Pero como dije con anterioridad quizá las decisiones que he tomado no sean más que un cruel capricho más de mi mente y con el paso del tiempo me de cuenta de lo incorrecto de mi pensamiento, mas creo que es lo mas conveniente