viernes, 21 de mayo de 2010

Cumpleaños...

Ha pasado el tiempo, sin embargo me mantengo aquí, no porque realmente lo desee o por que sea algo obligatorio, simplemente me es inevitable el evitar permanecer.

Día tras día me mantengo firme o más bien pretendo permanecer así, la arena cae con lentitud en el pequeño reloj, hasta llegar a ese punto en el cual da un pequeño giro al terminársele la arena, es algo mecánico, repetitivo y sin embargo me sorprende, aun así, nada cambia o ¿Acaso será al contrario y todo cambia?

La última opción es más factible y mas verdadera, se que todo ha cambiado, ya no puedo observarlo todo como antes, las voces resuenan en mi cabeza y conceptos antes inexistentes para mi ahora hasta forman parte de mi vida diaria.

Por un instante quisiera regresar el tiempo, fingir que sigo en aquel lugar en el que tan solo me consentían, donde me podía enojar con mis mejores amigos y a los 30 segundos volver a ser casi hermanos. Quisiera incluso regresar más atrás, donde mi única preocupación era respirar y jugar y donde el mundo era perfecto porque lo conformaban exclusivamente aquellas personas que yo quería. Mas sé que es imposible y el mantenerme con la melancolía de lo que no volverá es algo inútil.

La arena cae con lentitud, disipando mis recuerdos y mi felicidad, se que en algún instante todo se borrara, sin embargo me gusta pensar que este es un día más del calendario, un día común en el que ningún suceso importante sucedió.

Una sonrisa se forma en mi rostro de pensar en ello, pero sé que es algo absurdo pensar que debería ser un día normal, antes lo deseaba, no mentiré en ese aspecto, lo deseaba como cualquier otro infante que disfruta ese día acompañado de toda la gente que lo quiere, que espera ansioso el momento de tomar una bebida fresca y se prepara para romper una piñata de una figura que le agrade o que sopla impaciente sus velitas y pide un deseo al son de una tonadita absurda deseando tan solo probar su pastel, o mejor aún, esperando lo más deseado por la mayoría de los chiquillos, un regalo.

Sin embargo ha transcurrido el tiempo, la arena ha caído día tras día, hasta casi agostarse para de nuevo dar un giro y rellenarse, es triste realmente el no poder impedir que caigan, que el tiempo se congele en aquellos momentos que quisiera nunca terminasen, pero me es imposible.

Este año ha sido difícil, cruel, hay instantes en que la agonía me rodeaba de solo observar caer lentamente algunos granos de arena, aquellos instantes más difíciles, los más tristes, aquellos donde la arena parece ser infinita, han pasado ya y sin embargo permanecen hasta el último momento.

Hoy no es un día común, estoy consciente de ello, es un día especial en cierto modo para aquellas personas a mi alrededor, quizá para mí no sea ya más que algo simple, algo común y hasta en cierto punto monótono, no negare aun así que antes lo anhelaba y ahora no es así, pues el tiempo ha cambiado y a cada instante la arena cae y cae mas hasta disipar todo deseo existente.

De nuevo estoy en este lugar, donde, por mucho que observe a mí alrededor intentando descubrir algo real, solo existe aquellas imaginarias sombras, no logro descifrar algún rostro conocido, tan solo me queda mirar hacia el frente a aquella pequeña vela que ilumina el cuarto, decidida a no extinguirse sobre un pastel de diversos sabores, su fuerza es débil y con un suspiro apago se ferocidad preparada para envolverme totalmente en las sombras y desaparecer aunque sea por un breve instante.

Quizá este escrito suene triste, pero, es lo que he sentido estas últimas semanas sobre el recuerdo de aquel día 21 de Mayo de 1993, donde algo cambio en mi familia, algo que quizá no sea una bendición como ellos dicen en algunas ocasiones antes de llegar a la realidad en donde yo no soy la hija perfecta que ellos esperaban si no que soy, todo lo contrario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario