sábado, 14 de mayo de 2011

Relato

Abrí mis ojos, un escalofrío recorría mi cuerpo, una memoria, una idea, una ilusión quizá, daba vueltas en mí mente, me incorporé con dificultad en mi cama y me estiré suavemente, un líquido frio tocó mis rodillas, algo no estaba bien en mi cuerpo, mire al espejo justo en frente de mi cama, mi rostro lucía bastante demacrado incluso más de lo acostumbrado, tenía algunos rasguños en la mejilla izquierda y el ojo derecho lucía inflamado, parecía haber tenido una de esas típicas peleas de bar en las que solía participar mucho últimamente.
Quite con suavidad las cobijas de mi cuerpo y no pude evitar sobresaltarme al ver mis manos cubiertas de sangre, eche a correr al baño y las enjuague deprisa, un rumor en mis oídos me hizo girar la cabeza hacia la puerta del pequeño closet de aquella desgastada habitación, me acerque con lentitud, mis manos aun tenían ese ligero color rojizo que la sangre deja al irse, no era mi sangre lo que había impregnado mi piel y mis ropas, debía ser algo más. Abrí con lentitud la puerta, realmente no había nada allí más que lo usual: unas cuantas prendas que habían pertenecido a mi hermano y a mi padre, algunas mías, una vieja foto familiar pegada en la puerta, el calzado tirado que no permitía el cierre correcto del armario y el recuerdo de mi huida de mi casa, aquella carta vieja y amarillenta que me recordaba la verdad de mi presente.
Suspiré resignado y regresé a sentarme a mi cama, coloque mis manos alrededor de mi cabeza y cubrí mis ojos con ellas sin ver más el cuarto que alquilaba para vivir; era pequeño, compuesto por una cama, un armario, un par de buros, un baño completo y una pequeña cocina, lo esencial para mi supervivencia. Levante el rostro y miré mis manos, seguían teñidas con aquella sangre desconocida, me incorporé y fui al baño, debía eliminar ese terrible color y olor a muerto de mi, fijé mi rostro en el espejo examinando mis rasgos faciales, tomé un par de píldoras que descansaban junto a la llave y las trague a secas, eso me reanimaría, salí del cuarto y me encaminé a la calle, pero algo me detuvo en la callejuela, una memoria, una evocación de un recuerdo, la sangre que teñía mi piel y mi alma, el crimen cometido, el asesinato efectuado, mi pecado realizado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario