lunes, 16 de agosto de 2010

Inaceptable

“Por un instante olvide quien era yo en verdad y la mire desafiante, exigiéndole se excusara por su inaceptable comportamiento y ella cambio su mirada a una altanera, ¿Quién era yo para ordenarle? No era más que yo y sin embargo me opacaba como el diamante al carbón, ellos la ovacionaban, y he de admitir que yo solía hacerlo también; la admiraba, era como un ejemplo a seguir, solía serlo, mas ahora todo había cambiado, ella misma había cambiado y de una forma idóneamente negativa. Sus palabras eran frías, hirientes, despreciativas, las recibía sin parpadear, después de todo conmigo siempre había sido así, era débil, y aunque yo soportaba sus palabras me hería el ver como dañaban a los demás.

Siempre me había guiado por lo que yo consideraba honorable, era uno de mis grandes defectos o quizá era una virtud, no lo sé en realidad.

Había sido tan ilusa, pero que se podía esperar de alguien como yo, tan cobarde, pero ahora veía la realidad, debía dar un golpe certero para desaparecer ese dolor creciente, mas no podía, lo he dicho antes, soy demasiado cobarde y le temía o más bien me temía, a esa parte inhumana de mi, a esa parte dominante y poderosa. Me limite a cerrar los ojos, yo era nadie para juzgarla y sin embargo debía lograr hacer algo, pasó el tiempo era común el ver los cambios entre las personas sin embargo adoraba observarlos con gran tenacidad, siempre alerta, en espera de algo, siempre externa.

Ellos no podrían derrumbarme, era algo que yo deseaba, que se había convertido en una parte de mí, me gire ignorándolos y entonces lo vi, con esa cálida mirada, con esa firme e irónica sonrisa, con sus palabras de aliento, con esa poesía de colegial tan fascinante y bella… Su mirada era fuerte, pero no tanto como para retenerme, mire hacia atrás, ellos seguían ahí; tan vacios, tan llenos de ira e incomprensión, tan equivocados y, a la vez, tan susceptibles a un adiós. Sería tan fácil el desligarme de ellos, lo era en verdad, de un tajo corté lo que me unía a ellos y triunfante me giré hacía él. No podía ser, no era verdad, no podía ser una ilusión, pero era así, ese ser perfecto no existía, solo era un lobo disfrazado de cordero, un demonio oculto en plumas de ángel, un ser vil.

Era algo sorpresivo, era lo contrario a lo esperado, pero… ¿Era su culpa o mía por ser tan tonta como para haber caído en él? Simple, era mi culpa… me lo merecía he de admitir, por ese acto inaceptable que había cometido, lo había rechazado todo por una ilusión, por una simple fantasía y sin embargo ya era tarde, poco quedaba por salvar.

Por ahora debía protegerme, pero sus risas martillaban mis oídos, me tumbaban, me herían, yo era nada para ellos, ¿Qué podía ofrecer?, Simple error mío, el creer que era nada cuando en realidad era un todo, elegí lo que creí correcto, no realmente para mí. Pero era algo inaceptable lo que lo rodeaba, a fin de cuentas, no era algo nuevo, no era algo que no se haya hecho antes o al menos pensado, simplemente era algo más. Solo debía sonreír, era algo inaceptable el actuar despreciativa hacia algo de esa magnitud.

No son celos, tampoco envidia, sé que es solo temor, temor a no ser algo, a no ser como él, quizá me arrepentiré de aceptarlo, pero yo no soy alguien a quien se le pueda alabar, no poseo sus ideas, no poseo sus sueños, no sigo sus planes, al menos él podría llegar a ser lo que yo debería ser, pero, él no lo haría. Ten cercano y lejano a la vez, tan amigo y enemigo, tan similar y tan diferente. Fue más que un golpe letal, porque él podía hacer lo que yo nunca lograría, lo que yo simplemente no era.

Ahora es cuando creo es mejor cerrarse u ocultarse como una tortuga en su caparazón, no hay nada que pueda decir, ni que pueda hacer, soy nadie y soy todo a la vez. He creído en muchas personas pero he aprendido a no hacerlo más, quizá sea por ese carácter huraño que me he forjado, o por esa forma burlona y altanera de ver a los demás, quizá simplemente por lo agradable que es saber que soy algo inaceptable, que soy algo del todo contrario a lo que debería ser, a lo que debería seguir, lo que debería pensar. Es algo extraño, triste en realidad, pero a la vez es esa sensación de solitaria individualidad.”

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